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La Casa de la Paz, un proyecto para lograr la reconciliación a través de una buena cerveza

 Este espacio fundado por firmantes de paz, que nació gracias a la cerveza artesanal La Trocha, es un ejemplo de organización cultural e incluye emprendimientos de víctimas del conflicto y ciudadanos.

09-04-2024
Casa de la paz
 
Los integrantes de la Casa de la Paz están trabajando para comprar la vivienda para que iniciativa continúe viva. Foto: Lina Rozo.

​Entre las bocinas de los vehículos, el humo y el rumor de los transeúntes que recorren la carrera 13 con calle 36 en Bogotá, y al interior de una vivienda color carmesí, con ventanas y cornisas blancas en la fachada, está La Casa de la Paz, hija de la cerveza artesanal La Trocha. Allí se resguarda la esperanza de firmantes de paz, víctimas del conflicto armado y ciudadanos que se unieron para emprender y caminar juntos hacia la reconciliación.

Afuera no hay avisos que inviten a pasar, solamente una puerta separa el frenesí de la ciudad de las mariposas de colores colgadas en la primera sala. Estos insectos de tela tienen los nombres de firmantes de paz asesinados, que ya superan los 410 después de la Firma del Acuerdo Final de Paz del 24 de noviembre de 2016. 

Casa de la PazEn este lugar también hay espacio para la memoria en las alas de estas mariposas de colores. Foto: Lina Rozo.

Después de esta sala comienza el recorrido laberíntico por los dos pisos de esta vivienda, testigos de recitales de poesía, clubes de lectura, conciertos, conferencias, charlas y la única batalla que se genera en este espacio: la de rap. En el primer piso, además de la sala, hay una biblioteca con dos estanterías de libros de historia, novelas y poesía, entre otros. Un poco más al fondo está la recepción, rodeada de emprendimientos colombianos como bebidas ancestrales del Chocó (curao, viche, arrechón), café de Planadas (Tolima) y de Viotá (Cundinamarca), bebidas indígenas a base de coca y su cerveza La Trocha, con la que los integrantes de esta organización iniciaron su nueva vida. 

“Yo, una mujer mayor y exguerrillera. ¿Vos creés que es fácil conseguir trabajo? Ni siquiera las semi médicas en la guerrilla, que fueron certificadas por la Cruz Roja como enfermeras, han conseguido trabajo. Entonces, nos enseñaron a hacer jabones y aceites esenciales, pero después decidimos explorar las hierbas para hacer cerveza”, cuenta Doris Suárez, una de las fundadoras de la casa, con raíces tolimenses y bogotanas. 

Para Suárez, justamente esa variedad de actividades y productos convierten a La Casa de la Paz en un espacio disruptivo, una amalgama de la diversidad cultural del país. Otro de los fundadores, Alexander Monroy, considera que este espacio se ha vuelto un referente cultural y de reconciliación. 

“Convergemos los firmantes, las víctimas, la sociedad civil y es un espacio donde se piensa, se habla diferente y se respeta la diferencia. Tú ves que allá van verdes, van azules, van rojos, va todo el mundo y todos tienen el derecho y la oportunidad de expresarse. Es un espacio de tejido social”, añade Monroy, firmante del Acuerdo de Paz.​

Cerveza para unir caminos​​

A cerca de 90 kilómetros de Bogotá, en el municipio de Viotá, Alexander Monroy sostiene entre sus manos la cerveza Chamí, la tercera que lanzó La Casa de la Paz, que en su carátula tiene la imagen de una pequeña ave roja que habita en la cordillera Occidental y que le da nombre a esta bebida. 

“Después de la firma del Acuerdo de Paz, se empezaron a hacer algunas expediciones a lugares a los que antes no era posible acceder por el conflicto. Entonces, encuentran este pajarito y lo nombran Chamí, porque en ese territorio habitan los embera chamí”, explica Monroy sobre el origen del nombre de esta cerveza, que tiene un aroma afrutado y un leve sabor amargo.

Cuenta Monroy, que en 2019 dieron los primeros pasos para crear este proyecto colectivo, gracias al Laboratorio de Paz que realizó la Universidad Nacional. En este espacio, además de escoger la cerveza como producto que anclaría el proyecto, se llegó al nombre de La Trocha. 

“Nosotros creemos que Colombia es una trocha y la trocha es un camino que se hace al andar, son caminos colectivos. Y eso es lo que hemos hecho en este proceso, construir colectivamente caminos y trazarlos”, añade Monroy, que lleva una camiseta negra en la que se lee: La tierra para quien la trabaja.

Casa de la PazSuárez y Monroy escogieron el nombre de la cerveza porque “Colombia es una trocha y la trocha es un camino que se hace al andar, son caminos colectivos”. Foto: Lina Rozo.

La primera marca de La Trocha fue la Coromoro, una cerveza oscura, de aroma tostado y maltas acarameladas. Su nombre es un homenaje a la primera guerrilla independentista, liderada por Antonia Santos y sus hermanos en Coromoro, Santander.

Hasta el momento, La Trocha ha lanzado seis estilos de cerveza: Chruka, Amazona, Niebla y Fariana, además de la Chamí y la Coromoro. Monroy enfatiza en que, más allá de la parte técnica, cada nombre evoca algo; Niebla, por ejemplo, hace referencia al documental La niebla de la paz, protagonizado por firmantes del Acuerdo de Paz 

“Creemos que una buena cerveza es el mejor camino para acercarnos, para hablar y para respetarnos, aún en la diferencia”, asegura Doris Suárez.

Puede interesarle: Así será la conmemoración del 9 de abril, Día de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado. ​


Tejido de reconciliación​

De vuelta a Bogotá, al interior de La Casa de la Paz, arriba de la barra de madera están el nombre del espacio, un menú trazado con tiza con la lista de cervezas artesanales que ofrecen y obras de artistas gráficos, con carteles coloridos acompañados de frases como “Fuerza pueblo”, “El río es Sabio”, “Nuestro norte es el sur”. Después, hay un espacio amplio en un sótano; es allí donde se realizan los eventos grandes.  

En el segundo piso está la tienda de ‘Manifiesta’, una marca de ropa colombiana hecha por excombatientes de las FARC y víctimas del conflicto. Las camisetas y los vestidos están inspirados en la fauna y la flora colombianas. Además, estas prendas van acompañadas de mensajes políticos y la esperanza de personas que se unieron para seguir contribuyendo a la paz con hilos, telas y máquinas de coser.

Casa de la PazLa fundadora de este emprendimiento es Ángela Herrera, politóloga cuyo sueño era impulsar un proyecto de moca sostenible. Foto: Lina Rozo.


Este emprendimiento tiene huellas de paz​​

En el salón contiguo está ‘La unión del costurero’​, liderado por Virgelina Chará, defensora de derechos humanos, postulada al Nobel de Paz en 2005, víctima de desplazamiento forzado en Cauca y líder de la fundación Asomujeres.

Chará es una mujer negra de ojos luminosos y frases contundentes. Lleva puesto un turbante rojo y una camiseta morada con el mensaje ‘Las mujeres se la juegan por la paz’. Esta frase también representa su trayectoria, porque a eso le ha apostado la mayor parte de su vida. 

En diciembre de 2023, ‘La unión del costurero’ cubrió con un gran telar la fachada del Centro Nacional de Memoria, Paz y Reconciliación; cada puntada contaba la historia de víctimas del conflicto, militares, exparamilitares y exguerrilleros. En 2022, otro telar cubrió el Palacio de Justicia como una acción de reparación; para este proyecto en particular, debieron adaptarse a las limitaciones que impuso la pandemia, por lo que se conectaron desde la virtualidad y así avanzaron en sus bordados. 

Cada creación es un ejercicio “para exigir la erradicación de la violencia en Colombia, para que pare el conflicto y para que cese esa discriminación arraigada que se tiene, porque hoy no es por pigmentación de piel, hoy es un racismo estructural político, económico, social y cultural”, asegura Chará. 

Para ella, encontrar un espacio en La casa de la Paz le permitió organizar su costurero. Chará cree en la reconciliación porque, según ella, “lo que pasa es que el guerrillero, el paramilitar, el militar, la víctima y el político, todos somos colombianos y colombianas. La que ejerce la prostitución, el habitante de calle también son colombianos. Lo que nos separó es la política partidista, puso a pelear al pobre con el pobre”.

Casa de la PazChará también ofrece espacios de formación y diálogo con estudiantes universitarios para incidir en la trasformación social Foto: Lina Rozo.

Celebración de sus primeros tres años

Durante el mes de abril, La Casa de la Paz celebrará sus primeros tres años de vida con una programación que iniciará el 9 de abril, Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas. Ese día, por ejemplo, se lanzará ​la Biblioteca Popular Jorge Eliécer Gaitán, especializada en temas de paz, y se proyectará el documental 'Bogotazo 1948' de Se lo explico con plastina.

Las actividades de celebración de este tercer aniversario incluyen catas de café, proyección de documentales, foro de economías alternativas, conversatorios, karaokes y talleres. 

Para Doris Suárez, estos tres años han estado salpicados de muchos momentos memorables. La Casa de la Paz, por ejemplo, ha recibido la visita de militares que han escuchado el relato desde la voz de sus fundadores y han visto un trabajo que, según Suárez, es la materialización de la implementación del acuerdo en temas como la reforma rural integral, la comercialización de estos productos y el compartir con las víctimas. 

Sin embargo, lo más gratificante para Suárez ha sido el trabajo con los niños. “Arriba hay un muro y una niña me dijo: ‘Es la primera vez que rayo una pared y no me regañan’. Me pareció hermosísimo”, concluye Suárez.

Puede interesarle: En Samaniego, un museo de la memoria rescata las historias de las víctimas del conflicto.

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