Relevancia
cultural
En varios países
del mundo y en particular en América Latina y Colombia, las áreas rurales son a
su vez depositarias de buena parte de la población indígena, afro-descendiente
y ROM. Estas poblaciones tienen en su relación con la tierra parte de sus tradiciones culturales, que van
desde su vinculación espiritual con el medio ambiente hasta las técnicas de cultivo y la producción y preparación de los
alimentos.
“La tierra” se establece
como el epicentro de las tradiciones
ancestrales de los pueblos indígenas, al igual que como un lugar de
referencia y un sinónimo de autonomía y
libertad para las poblaciones
afro-descendientes. En este sentido, el
rol de las mujeres en el ámbito rural no puede ser visto exclusivamente desde
la óptica del desarrollo económico, puesto que la importancia que tienen ellas
en aspectos tan importantes como el
cuidado y la crianza de los niños y niñas,
la trasmisión de las tradiciones a las generaciones más jóvenes y la memoria histórica de sus comunidades, las
hace constituirse el un elemento importante para la conservación y la promoción
de las tradiciones culturales.
Historia
En el
año de 1995, durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada por
la Organización de las Naciones Unidas en
Beijín, se discutió y se
reconoció el papel y la importancia de las mujeres en el desarrollo de las
áreas rurales del mundo.
A partir
de la propuesta presentada por la Federación Internacional de Productores
Agrícolas (FIPA), la Red de Asociaciones de Mujeres Campesinas Africanas
(NARWA) y la Fundación de la Cumbre Mundial de Mujeres (FCMM), se inició el
camino que concluyó en la creación del Día Internacional de las Mujeres
Rurales, el cual se conmemoró por
primera vez el 15 de octubre de 2008 y
desde entonces ha tenido una periodicidad anual que ha permitido avanzar en el
reconocimiento de las mujeres rurales como eje central del desarrollo sostenible , la estabilidad de las
áreas rurales, la superación de la pobreza,
la producción de alimentos, el respeto y el cuidado del medio ambiente ,
el mejoramiento de la condiciones de salud y educación, y su papel en la conservación de la identidad
cultural de sus respectivas sociedades.
Tal como
mencionó el Secretario General de la
Naciones Unidas Ban Ki-moon durante esta conmemoración en el año 2010 “Reconocemos
las importantes contribuciones de las mujeres rurales, incluidas las mujeres
indígenas, al desarrollo. Las mujeres rurales son agricultoras, pescadoras,
ganaderas y empresarias; depositarias de identidades étnicas, conocimientos
tradicionales y prácticas sostenibles; cuidadoras, madres y tutoras” (ONU,
2010)
Este
reconocimiento a las mujeres rurales surge también como una estrategia para fomentar
la disminución de la iniquidad de género, la cual se acentúa en las áreas
rurales. Como bien lo destacan algunos estudios sobre las mujeres rurales
realizados por organizaciones internacionales tales como la Unión Europea ( 2002), la FAO ( 2007 y 2009)
y la CEPAL ( 2009), las mujeres, en comparación con los hombres, suelen tener mayores índices de
desempleo, menores salarios , un nivel educativo más bajo y menos acceso a la
tenencia de la tierra y las decisiones económicas de sus núcleos familiares.
Estos estudios también muestran como la mujeres son relegadas a trabajos
informales y labores del hogar, que aunque contribuyen de forma determinante al
desarrollo rural, no representan en muchos casos ingresos económicos para las
mujeres que los llevan a cabo y por lo tanto impactan su independencia
económica y su empoderamiento social.
Herramientas de protección
La
conmemoración del Día Internacional de las mujeres rurales se estableció a
través de la Resolución 62/136 del 18 de diciembre de 2007 de la Asamblea
General de las Naciones Unidas. En esta resolución las Naciones Unidas solicita
a sus estados miembros que establezcan acciones dirigidas a mejorar la
situación de las mujeres en la áreas rurales, fundamentándose en la importancia
que ellas tiene en la seguridad alimentaria y el desarrollo y estabilidad de
las áreas rurales del mundo, tomando
como antecedente la evidente situación de iniquidad en que se encuentran las
mujeres que habitan en áreas rurales.
Para el
caso colombiano, la legislación relacionada con esta conmemoración es previa a
la firma de la Resolución 62/136. En el año 2002 el Congreso de la República
emitió la Ley
731, que tiene como objetivo “Mejorar
la calidad de vida de las mujeres rurales, priorizando las de bajos recursos y
consagrar medidas específicas encaminadas a acelerar la equidad entre el hombre
y la mujer rural” . ( Ley 731, 2002)
Esta Ley
menciona en su articulado aspectos que van desde la promoción de la educación y la salud de las mujeres rurales,
pasando por la participación políticas de las mismas y la equidad en la
remuneración por su trabajo rural; hasta llegar a temas tan sensibles como la
tenencia y la titulación de tierras. Sin embargo, no menciona ni determina derroteros para fomentar su papel en la conservación
de la identidad cultural de sus respectivas comunidades, aspecto que sí es
mencionado por la resolución 62/136 de la Naciones Unidas.
Al
revisar el marco jurídico que se ha establecido para la promoción de la
equidad de la mujer rural, es evidente
que la estrategia está fundamentada casi exclusivamente en los principios del
desarrollo económico, dejando de la lado la relevancia de la mujer rural en la
conservación y la promoción de las tradiciones culturales de las comunidades a
las que pertenecen.
Estadísticas relacionadas
Según el
estudio sobre el empleo de las mujeres rurales publicado por la CEPAL y la
FAO en el año 2009, la población rural
de América Latina y el Caribe asciende a
121 millones de personas, de las cuales 58 millones son mujeres (48 %).
(CEPAL Y FAO , 2009)
Para el
caso Colombiano, el Censo General de
población del año 2005 muestra que la población total censada compensada es de 42.090.502 habitantes, de los cuales
31.566.276 (75%) viven en zonas urbanas;
mientras que 10.524.226, ó sea el 25%, viven en zonas rurales. De este número, 4.999.007
son mujeres (47.5%) y 5.525.218 son hombres (52.5%) (DANE, 2005).
Sin
embargo, como bien lo destaca el estudio de la Organización para la Alimentación y la Agricultura- FAO, por sus siglas en inglés, en el caso colombiano
es preciso resaltar que “Entre el año
2000 y el 2005 el índice de masculinidad, según la ENDS se mantuvo igual en la
zona urbana, pero en la zona rural la proporción de mujeres aumento de 47.6% a 51%”,
fenómeno que puede ser explicado por el
recrudecimiento del conflicto armado y el desplazamiento forzado de la
población. ( FAO, 2007: 6)
En
cuanto a la participación económica de la mujer, el Censo General del 2005 muestra cómo en las
actividades económicas propiamente rurales ( agricultura, ganadería, caza y
pesca) , la mujer tiene una participación muy baja ( 6.5%), en comparación con
la participación masculina en estas actividades (29.2%). No obstante, se
observa una leve diferencia entre el crecimiento de la participación femenina (
-1.6%) y la participación masculina (-1.4%) , lo que permite deducir que la
tendencia mundial al incremento de la participación de las mujeres rurales en
las actividades económicas, también se
está presentando en Colombia.