No hay otra manera de entender nuestro pasado sino es escarbando en él. Hubo un tiempo en que no existían plataformas digitales ni bases de datos, tampoco computadores, correos electrónicos y mucho menos internet y casi absolutamente todo lo que se pensaba y ocurría era escrito, luego impreso y esa era la manera de saberlo todo o casi todo, porque también existía la radio. En el siglo XIX la información viajaba a menor velocidad y la gente debía esperar a que el periódico estuviera impreso para acceder a ella, o que la radio las anunciara después de que llegaran los mensajes de telégrafo.
La información, entonces, tenía un valor agregado apegado a la nostalgia, porque tal vez, sino se coleccionaba el periódico, al otro día era casi que imposible volver a esas notas. Y esto ocurría con todo: con las noticias de las guerras, con los discursos políticos, con las noticias del espectáculo, con las novelas por entregas. Las bibliotecas familiares, especialmente de la gente que no podía tener el dinero para libros, estaban armadas de periódicos y de los fascículos que se repartían en ellos.
En Colombia, estas publicaciones por entregas causaban gran revuelo y desde Europa llegaban las ediciones de las novelas de Alejandro Dummas, Víctor Hugo, Dostoievski; y los autores nacionales también tenían su espacio en los periódicos, fueron ellos los primeros en publicar la obra de Soledad Acosta de Samper, P.A. Camacho Pradilla o Rafael Bayona, entre muchos otros. Pero no solo las novelas tenían este lugar ganado, había otra gran cantidad de información que se publicaba en folletines y nada tenían que ver con historias románticas y de capa y espada, eran simplemente consejos útiles para vivir mejor. Este es el caso de El Estuche, conocimientos útiles aplicados a la vida práctica, que se convirtió en una de las series más leídas en Bogotá, en aquél tiempo.
El Estuche es una compilación de 8.000 consejos, recetas, fórmulas de comportamiento para aplicar en el diario vivir, publicados en el periódico el Zipa de Bogotá y escritos por Jhon Truth, seudónimo de Jerónimo Argáez, profesor de diversas asignaturas en colegio de Bruce Castle en Inglaterra, nacido en Nóvita, Chocó el 12 de julio de 1841. Truth se tomaría la tarea de recopilar en cinco tomos, que vieron la luz entre 1879 y 1908, estos conocimientos útiles que se conseguían, suscribiéndose por 10 centavos al periódico el Zipa. Cada entrega constaba de 25 folletos de 16 páginas. Según el anuncio que se hacía en las vísperas de la primera entrega, en El Estuche se podrían encontrar cosas de cocina, recetas para enfermedades, cultivo de árboles frutales y hortalizas, manera de limpiar ropa, fórmulas para tinta y betún, juegos y consejos de etiqueta y urbanidad y como su autor lo indica en el prólogo, era un libro de referencia al que podrían acudir, niños y ancianos.
Y pareciera que nadie se hubiera escapado del éxito que producía este folletín de consejos, el escritor y político Manuel María Madiedo lo resalta como “un libro al que pudiéramos llamar eminentemente colombiano, por su armonía con nuestros conocimientos y elementos de vida doméstica, industrial y medicinal”. Por su parte el poeta Rafael Pombo no duda en escribirle unos versos en el que lo describe como “la encarnación impresa/ajuar, botica horno y mesa de la mujer prototipo”.
Por eso la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura, en asocio con el Instituto Caro y Cuervo, decidió reeditar primer tomo de El Estuche como una manera de rescatar nuestra historia doméstica, las cocinas y oficios tradicionales y conocer un poco cómo vivían nuestros antepasados, como una manera de rescatar y valorar nuestro patrimonio.
Un par de consejos de El Estuche:
267-Otra fórmula para los dientes. Se ponen durante 12 horas, en 500 gramos de aguardiente, 20 gramos de semilla de anís, 5 gramos de clavo, 5 gramos de canela quebrada y un gramo de aceite volátil de yerbabuena. Despues de haber decantado y filtrado el licor se agregan dos gramos de alcoholato de ámbar.Viértanse algunas gotas de esta composición en medio vaso de agua, mójese el cepillo y límpiese los dientes.
404- Pudín a la bogotana. Tómese un molde y póngase en el fondo de las migas de mojicón y encima de esto colóquese una capa de rebanadas de manzanas y de azúcar, luego otra de mojicón y otra de manzana y azúcar, y así sucesivamente hasta llenar el molde; encima de todo colóquese un pedazo de mantequilla y métase á un horno.