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Reír para no llorar o el humor televisivo como antídoto a la tragedia

 Programas como ‘Don Chinche’, ‘Dejémonos de vainas’ y ‘Romeo y Buseta’ retrataron, en tono de comedia, la realidad diaria de muchos colombianos.

12-06-2024
 
‘Dejémonos de vainas’ se inspiró en la columna ‘Postre de Notas’ que publicaba Daniel Samper Pizano en la revista Carrusel de El Tiempo.

Por: Lila Silgado Villadiego

Todos los domingos en la noche, de 1982 a 1989, la televisión llevó a los colombianos al bogotanísimo y popular barrio Germania, donde funcionaba el taller de Don Chinche. 

Allí, de la mano del director Pepe Sánchez, Héctor Ulloa desarrolló un personaje emblemático, que al inicio del programa caminaba al ritmo de ‘Los filipichines’ y entretejía historias con personajes provenientes de distintos lugares del país, que encarnaban lo más selecto de la cultura popular trabajadora y que, al igual que él, metían duro el hombro para superar la escasez. 

Personajes como Eutimio, Rosalbita, la señorita Elvia y La Amistá acompañaban a Don Chinche en ese tránsito, en el que se abordaban con humor las luchas por sobrevivir en un entorno urbano, ajeno a muchos de ellos y que, al mismo tiempo, reflejaba la realidad de los colombianos, que llegaban a Bogotá en busca de oportunidades. Los analistas de este espacio han destacado que ‘Don Chinche’ se hacía a una cámara, al mejor estilo de la narrativa cinematográfica.  

El actor Luis Eduardo Arango se estaba consolidando en televisión cuando participó en este seriado, en el que personificó a William Guillermo Arcila, un paisa echao pa’ lante, conductor de taxi, buseta y todero. 

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Según Arango, los programas de humor de las décadas de 1980 y 1990 correspondían a una necesidad popular: aglutinaban a la gente, a la masa, en torno a un imaginario que las personas podían reconocer fácilmente en sus casas, familias y entornos. 

“Diagnosticaban familiarmente al pueblo colombiano en torno historias inventadas y no tan inventadas, en una realidad diaria, cotidiana. El humor estaba basado en eso: en los personajes, las situaciones, que producían el gusto de sentarse a ver lo que les querían presentar acerca de ellos mismos”, asegura el actor al recordar esos tiempos. 

En esto coincide con el dramaturgo y actor Fabio Rubiano, quien asegura que “la televisión ha tenido momentos muy buenos y de gran precisión a la hora de retratar personajes, entornos sociales, comunidades especiales”. 
La secuela de ‘Don Chinche’ fue otra obra del humor televisado en Colombia: ‘Romeo y Buseta´, en la que la familia Tuta, liderada por Jorge Velosa y Vicky Hernández, llevaba una trama que mostraba las particularidades del gremio de los transportadores y de las familias trabajadoras colombianas. 

En este seriado, el paisa William Guillermo conducía aquí una buseta adornada con las insignias del Atlético Nacional, equipo del que era hincha furibundo. Esta producción también fue ambientada en la calle y estuvo al aire de 1987 a 1992. 

ChincheEl actor Héctor Ulloa encarnó a Don Chinche.

El sofá de los Vargas

Por más de una década, otra comedia familiar, ‘Dejémonos de vainas’, llevó a los colombianos al sofá de los Vargas, primero los viernes y luego los domingos. Inspirada en la columna ‘Postre de Notas’ que publicaba Daniel Samper Pizano en la revista Carrusel de El Tiempo, y en las propias vivencias del periodista, la producción retrataba distintos personajes de una familia bogotana de clase media, cuyos personajes protagonizaron esta edad de oro de la comedia colombiana. 

“Los programas y personajes de los 80’s y 90’s eran un reflejo y puesta en escena de la cotidianidad, lo que permitía que el público se identificara con ellos. Sentarse a ver un programa de este estilo daba de qué hablar, la gente se reía, incluso de situaciones que podían ser trágicas, dramáticas. Hay alguien que dice que la ecuación de la comedia es: tragedia + tiempo, sumado a que la comedia giraba en torno a la familia, que era fundamental en su realización”, afirma Arango. 

El éxito de las comedias fue una fórmula entre la construcción de personajes que por primera vez se veían en la pantalla, la identidad que crearon con el público y un humor extraordinario. Rubiano asegura que la comedia es un género muy difícil, pues la medida del éxito es hacer que la gente se divierta. “Había una frase que alguien decía y a mí me gustaba: Era una comedia tan buena que hasta daba risa”. 

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El humor como antídoto

Entre 1992 y 1999, se emitió ‘Vuelo Secreto’, dirigida por Mario Ribero, director que ha enlazado el humor también al género de la telenovela en producciones como ‘Chepe Fortuna’, ‘Betty, la fea’ y ‘Los Reyes’. 
Fabio Rubiano incursionó como actor en esta serie, centrada en lo urbano y que, según él, retrataba a la clase media y media baja. 

“Hablada de necesidades, pulsiones, angustias, vacíos… A la luz de los tiempos tenía todos los errores de lo políticamente correcto: las relaciones que se dan entre hombres y mujeres, acoso laboral, acoso sexual y lo veíamos bien. No estoy diciendo que antes éramos machistas, acosadores… etc. En ese momento no nos habíamos dado cuenta de lo que estábamos retratando. No veo esa comedia bajo la censura del presente, sino como un documento sociológico que nos permite ver el pasado y ver cómo hemos progresado”.  

No obstante, tanto Rubiano como Arango coinciden al afirmar que el humor presente en la televisión es un gran antídoto para convivir con todos los fenómenos que vivimos en el país. 

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“El humor es una característica fundamental de nuestra sociedad, las cosas que no tienen humor, por lo general, no repercuten en la comunidad. Siento que el humor es nuestro mecanismo más importante para asumir el país; ya sea como máscara o una forma de alejarnos de una realidad que es difícil sostener emocionalmente, contrarrestar la barbarie y contrarrestar a los que quieren que no nos riamos. El humor nos permite analizar la sociedad de manera más profunda que con un artículo extenso”, sostiene el dramaturgo. 

Por su parte, el actor Luis Eduardo Arango enfatiza en que el humor “es importante en todos los ámbitos: la TV, el teatro, el periodismo, el cine… es lo que hace que no queramos morirnos con lo que vemos, es una tabla de salvación gigantesca a la que necesitamos aferrarnos cuando estamos en agonía”. 

Una visión de futuro

El futuro del humor en televisión reside, según Fabio Rubiano, en creer en las propuestas nuevas que traen libretistas y creadores de historias. “¿Cuáles son las películas más exitosas de los últimos años? Las de Dago García, quien tiene clarísima la presencia de personajes populares en situaciones cotidianas que todo el mundo reconoce”, asegura. 

Según Rubiano, Dago García tiene mucho que contar y sabe cómo es el universo popular, el más rico que hay, pues todas las transformaciones a nivel cultural salen de lo popular. “Es muy difícil que salgan de otro lugar”, añade. 

En este punto coincide Arango, quien expresa que el papel de los libretistas y los creadores de contenido siempre ha sido fundamental y en este momento tiene un gran valor. 

“La importancia de los creadores de historias es brutal, fundamental, a partir de ahí es que se crean programas, se edifican cosas, se forman los cimientos de la TV, ellos son los arquitectos que impulsan una labor de equipo”, dice el actor. 

Vistos desde la nostalgia, personajes del barrio Germania, de las casas de los Vargas y los Tuta e incluso los de la agencia Vuelo Secreto se quedaron en el corazón y en el imaginario de las generaciones que aún recuerdan sus ocurrencias y hasta utilizan sus dichos, desde un humor colombianísimo que ha trascendido el tiempo.

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