Janiris Pulido integra el colectivo de la Asociación Mujeres Tejiendo Sueños y Sabores de Paz de Mampuján, conocidas como 'Las tejedoras de Mampujan'. Tiene un mantel individual en sus manos, es redondo y verde pálido. En el pasado, quizá, fue un círculo imperceptible. Ahora, sus dedos, acompañados de agujas e hilos, lo llenan de color con paisajes de tela azules y rosados, tan bonitos e inspiradores que al verlos uno se pregunta si realmente son un accesorio para una mesa.
Sus obras de arte comparten espacio con bolsitos, monederos y tapices de todos los tamaños, los relieves sobre la tela les dan forma a mujeres, campesinos, flores, burros, vegetales, árboles, entre otros retratos de su lugar de nacimiento e historia familiar: Mampuján, un corregimiento de María La Baja en Bolívar. “Es un pueblo amañador, el que va se enamora, la gente es muy amable. Yo les recomiendo que nos visiten”, dice Pulido mientras sonríe sin despegar la vista de sus puntadas.
Y la secunda Rina Blanco Ruiz, colaboradora de la asociación: “es un pueblo que se ha mantenido, que ha luchado, que ha demostrado que a pesar de la adversidad sí se puede. Gracias a Dios lo han logrado con su perseverancia y con sus ganas de vivir”.
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Mientras Pulido termina un pedido de cinco individuales, vuelve a pasar por su corazón aquel 10 de marzo del 2000, cuando tres camiones con 60 hombres del bloque Héroes de las Autodefensas Unidas de Colombia llegaron hasta el corregimiento de Mampujan y les ordenaron a cerca de 300 familias –aproximadamente 1.500 personas- esfumarse de su tierra. De lo contrario, los asesinarían como lo hicieron con 60 personas entre el 16 y el 22 de febrero de ese año en El Salado, Carmen de Bolívar.
Janiris Pulido tiene 41 años y considera que “mientras haya vida, hay esperanza”. Foto: Paula Beltrán.
Tenía 17 años cuando la despojaron de su casa, salió con su mamá, dos hermanos menores, un primo, maletas y mucho miedo. Cuando llegaron al casco urbano de María La Baja ubicaron a las familias en un colegio, una casa de la cultura y un prostíbulo. Al día siguiente del desplazamiento, este grupo armado masacró a once personas en la vereda Las brisas, ubicada en San Juan Nepomuceno, también en María La Baja.
“Veníamos con un conflicto, algunos hombres o algunos papás se iban a trabajar, y otro grupo de mujeres se quedaban, pero seguían con miedo”, cuenta Pulido.
Los pedacitos de tela al final representan un poco de su vida, con tonos sombríos, otros alegres, otros tranquilos. Mientras el hilo atraviesa las telas, va cosiendo también sus memorias y este episodio desgarrador de su vida lo entrelaza con el momento en el que la costura la transformó.
Fue cuando Ricardo Esquivia, director de Sembrando Paz, trajo a una señora que se llama Teresa Geiser, psicóloga clínica y artista. “Ella llegaba de Guatemala y nos enseñó la técnica de quitl, que es coser piezas geométricas de tela sobre tela”, añade. La idea era que intentaran plasmar lo sucedido para sanar su duelo.
Rina Blanco Ruiz también es víctima de ese 10 de marzo y está bordando una camiseta blanca, en el centro está estampada la foto de una mujer y ella le agrega adornos tejidos: Juana Ruíz, descrita en 2020 por la Comisión de la Verdad como “madre, mujer afrocaribe, ganadora del Premio Nacional de Paz y coordinadora de las Tejedoras de Mampujan”, constituida cuatro años después del desplazamiento y la masacre.
Blanco tiene dos hijos, perfeccionó sus conocimientos gracias a la mamá de Juana. Foto: Paula Beltrán.
Rina aprendió a coser a los 13 años “cuando la ropa se rompía, mi mamá la cosía. No nos permitía ponernos ropa rota”, cuenta. Con los años aprendió la técnica que empleaban las tejedoras de la asociación y con práctica ha perfeccionado sus ideas.
Esta iniciativa, principalmente de mujeres, se ha encargado de visibilizar la resistencia y resiliencia de la comunidad mampujanera. Hace diez años, con la creación de la asociación, Juana le dijo al Ministerio de las Culturas, los Artes y los Saberes que ellos “también hacen parte de la historia de Colombia, desafortunadamente por un hecho negativo, pero de todo esto estamos sacando lo mejor que tenemos y el país debe conocerlo”.
Juana Ruíz, la coordinadora de la asociación. Foto: Tomada de la página web de Artesanías de Colombia.
Y lo han logrado. Al poner en el buscador ‘Mampuján’, la mayoría de las imágenes son telares elaborados por ellas.
En las reminiscencias de Janiris está presente el instante en el que varias mujeres bordaron el primero, denominado ‘Mampuján 11 de marzo de 2000. Día de llanto’. Entre lágrimas y palabras silenciadas bordaron lo que no podían expresar con palabras. “Después pudimos hablar y decirle al país lo que estaba pasando. En ese tiempo no podíamos porque el que hablaba lo mataban”.
Ese telar estuvo custodiado por el Museo Nacional de Colombia y el 3 de junio de 2023 retornó a Mampuján –junto con otros catorce- para exhibirlos en su propio museo, tal como lo solicitaron desde 2010 con la sentencia 34547 de la Ley de Justicia y Paz, que busca reparar a las familias de este territorio por el desplazamiento y la masacre perpetrada el 10 de marzo del 2000 por los grupos paramilitares.
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Un templo de la memoria
Cuando las Tejedoras ganaron el Premio de Paz, decidieron donar los recursos que les otorgaron para levantar el Museo de Arte y Memoria de Mampuján, inaugurado el 30 de noviembre de 2023. La construcción de este espacio también contó con una inversión del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, la Gobernación de Bolívar y la Alcaldía de María La Baja.
El 5 de junio de ese año, el Museo Nacional retornó quince telares que tenía en custodia para preservar la memoria de las víctimas, que ahora reposan en el espacio de Mampuján, un ejemplo de verdad y reparación. Además, continuará recibiendo apoyo a través del Programa Fortalecimiento de Museos (PFM), que ha acompañado el proceso desde el 2012 en aspectos museológicos y museográficos. Actualmente, las asesoran en temas de conservación preventiva.
Mampuján conmemoró el 10 de marzo del 2024, 24 años del desplazamiento y masacre. Foto: Tomás Tarazona.
Así es como estas mujeres valientes continúan resistiendo. El 10 de marzo conmemoraron 24 años del desplazamiento y la masacre en su Museo, pese al dolor continúan sanando de diversas maneras e inspiran a otros territorios.
“No solo lo hacemos nosotras, también les enseñamos a otras mujeres que habían perdido a sus hijos, a sus esposos. Comenzamos en los Montes de María”, dice Rina. También han compartido sus conocimientos con tejedoras de otros países como México y Perú. Janiris dice que “las une la hermandad, porque son mujeres que pasaron por momentos críticos, que cosieron su historia como ellas”.
A veces, cuando las mujeres de Mampujan tejen juntas, se reúnen en una casa, hablan de todo, de sus vidas, comparten almuerzo y memorias. Al principio las lágrimas acompañaban los hilos, ahora dicen que pueden contar su historia sin llorar. El arte les ha permitido sanar y narrar su historia para la posteridad. Para ellas era imposible que los telares, que estuvieron guardados por 20 años, ahora estén en su tierra amada. Es un sueño cumplido.