Por Ivonne Chávez. En el 2018, Leslie Joanna Valoyes Cuesta logró algo que “nunca nadie había logrado", que jóvenes privados de la libertad del Centro de Responsabilidad Penal Juvenil en Quibdó, Chocó, pudieran ir hasta su taller de arte y devolverse a la cárcel a dormir. “Teníamos seis muchachos, me mataron cinco. Y eso para mí fue mortal. Ahí entendí que el trabajo social debe estar acompañado de acciones horizontales", dice.
Esta mujer chocoana nació en un entorno estable. Hija de papá y mamá educadores, se sintió especial desde muy temprana edad, pues tenía otros gustos. A diferencia de sus hermanos, que siguieron el camino de sus progenitores, se decidió por las artes. “Como le digo a la gente, yo soy artista por la excusa y la necesidad de mi papá y mi mamá de deshacerse de mí", cuenta entre risas.
Comenta que la época en la que le tocó vivir es muy distinta a la actual, ya que en aquel entonces los jóvenes no gozaban de tanta libertad de expresión ni elección. Aunque no le iba mal en el colegio, no lograba conectarse con el estudio y se aburría mucho. “Yo en vez de estudiar —dice— escribía y dibujaba". Y, eso, resultó ser una oportunidad del destino.
“Para tenerme ocupada me metían a clases de arte, de pintura, de bordado, de macramé, de crochet, ahí aprendí a ser artista. O sea, yo no soy artista de nacimiento, no. A mí me formaron para ser artista", aclara.
Después de terminar el bachillerato, su primer sueño fue estudiar para ser decoradora de interiores, pero la relación de esa disciplina con la arquitectura no le gustó. Así que se decidió por el diseño de modas. “Cuando estaba estudiando mi tesis de diseño, entendí que, para sobresalir en un mundo tan competitivo, lo que me hacía más fuerte era la herencia y la riqueza de nuestra tierra", ahí nació la idea de insertar nuevas fibras en la moda.
Emprendimiento Arte y Joya. Foto: IG @arteyjoyaasociacion
Estudió cómo podía hacer diseños novedosos y artesanales en fibras naturales y locales y descubrió la Damagua, una corteza de árbol y palma del Chocó que es símbolo de resistencia para las mujeres de su departamento. Esa fue su tesis de grado, laureada.
Después de termiar sus estudios, empezó a diseñar trajes para las fiestas de San Pacho, una tradición con más de 300 años que le rinde homenaje a San Francisco de Asís. Un carnaval que se toma la ciudad de Quibdó, desde el 20 septiembre hasta el 5 de octubre de cada año, con música, danza, gastronomía, teatro, y muchas más actividades para el gozo de propios y extranjeros.
“Trabajando para el festival entendí que había conseguido mi alma creativa, en el mundo del carnaval yo podía hacer lo que me gustaba, crear. Y ahí conseguí mi espíritu, mi alma. Soy artesana y creativa de una empresa que hace moda con contenido étnico y cultural", agrega.
Fiestas de San Pacho. Foto: IG @arteyjoyaasociacion
El carnaval le abrió las puertas al emprendimiento, no solo para hacer accesorios en marroquinería, en fibras naturales y trajes de carnaval, si no para aprender a hacer logísticas de eventos culturales y sociales. “Ahora trabajamos asesorando a municipios en proyectos culturales, y en logística para diferentes eventos. Hemos creado un ecosistema y una cadena de valor desde la cultura", dice.
Cuando habla de Chocó se le siente la pasión y el amor por su territorio, pero es consciente de que les falta volver a creer que son grandes, que en su ADN está la esencia de las puertas abiertas, de la gente sentada en los andenes, de la amistad, la solidaridad, el respeto, y las ganas de salir adelante. “Hoy la violencia nos ganó, nos hemos llenado de cosas materiales que al final no sirven para nada. Uno vino a este mundo a ser feliz y a vivir chévere, no necesitamos tener casa, carro, beca", comenta.
Malencón de Quibdó. Foto: @ leoQueen.foto
Para ella, la cultura es la clave de todo porque “es un detonador de desarrollo, de vida. Por experiencia sé que ha hecho transformaciones reales, con la cultura podemos conseguir la paz, sé que un joven que se dedica al arte es menos propenso a que se dedique a la guerra", y esa es su fuente de inspiración.
Joanna es una mujer grande, auténtica y llena de energía. Es un alma creativa que llena de orgullo a los chocoanos por su lucha y creencia en que podemos ser mejores. Mientras se abanica con un suvenir de su empresa Arte y Joya, nacida en el 2014, dice: "Creo que el verdadero oro y la riqueza del Chocó está en nuestro acervo cultural y en nuestros activos bioculturales. Los desafíos son muchos, pero para mí el mayor desafío que tenemos es aprender a trabajar en comunidad".