En la Sala Fanny Mickey del Centro Nacional de las Artes - Delia Zapata Olivella, más de 226 personas esperaban apacibles, a oscuras y en silencio, el inicio de la muestra de resultados del laboratorio de danza 'Lenguajes del Sur' del grupo de Danza del Ministerio de las Culturas, en alianza con El Delia y la Plataforma Iberoamericana para la Danza.
Sobre las ocho de la noche, las luces del escenario iluminaron a Amala Dianor, coreógrafo y bailarín francosenegalés que fue mentor en el laboratorio. En la tarima, su mirada fulminante acompañaba el movimiento suave de sus brazos y sus pies, como si estuviera tratando de bailar en cámara lenta bajo una luz blanca y el sonido de un piano de fondo. Parsimonioso camina por la tarima y luego aumenta la velocidad. Mientras zapatea, diez pares de pies descalzos se unen a su marcha, pertenecen a un grupo de jóvenes de cabello rizado, trenzas, rastas, de pieles canela y ébano que danzan tal como lo habían ensayado durante seis días en el taller.
A la izquierda Amaña Dianior, a la derecha Wilfran Barrios. Foto: Alberto Sierra.
La segunda presentación estuvo dirigida por Qudus Onikeku de Nigeria, Wilfran Barrios y Nemecio Berrio de Cartagena. Al principio, Wilfran, vestido de negro se retuerce en el suelo y se lamenta por las personas que estaban tiradas a su alrededor; al mismo tiempo recitaba entre sollozos: "cuéntame el cuento, ese cuento que mi mamá le contaba, que su mamá le contaba" (…) "malditos barcos negreros".
Poco a poco los cuerpos se levantaron hasta que todos comenzaron a señalar a uno de ellos y de fondo algunas frases lo atacaron como dagas: "negro corriendo, negro ratero. Blanco corriendo es un atleta, blanco corriendo está ejercitándose". Son algunos mensajes discriminatorios a los que las personas afrodescendientes se ven expuestas en diferentes lugares: "Negro tenía que ser", "pelo malo", "ladrón".
Entre marimba, saxofón y violonchelo, 10 jóvenes, mujeres y hombres, representaron el significado de la danza y sus raíces, fue una revolución a través de sus cuerpos. Bailaron y bailaron hasta que llegó el final del espacio y en el escenario una fiesta de música y saltos nos recordó la alegría, la valentía, la fortaleza de los pueblos negros tanto en Colombia como en África.
Por medio de este laboratorio se quiso fortalecer los conocimientos de los gestores culturales colombianos, por medio del intercambio de saberes. Foto: Alberto Sierra.
Lenguajes del Sur se pensó como una residencia en la que jóvenes colombianos de Bolívar, Antioquia, Cauca, Cundinamarca y Nariño llegaron hasta Bogotá para enriquecer su experiencia con mentores nacionales y africanos que se juntaron para presentar una obra en honor a sus pueblos. "Creo que una cosa que también encuentro interesante es el grado de compromiso que la gente tiene con la cultura, la música y también con la herencia africana, que también es la de Colombia", dijo Onikeku.
En el marco del Encuentro Afro del Delia, entre el 23 y el 26 de abril, que reúne una agenda académica y cultural, se buscó ser un punto de diálogo donde se reconozca la diversidad y complejidad de esta historia que ha sido fragmentada dentro de nuestro relato como nación: rituales de armonización, una exposición, danzas, conciertos, teatro, franja para niños y niñas.
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