Cuando la luz de Bogotá se torna naranja, anunciando la caída de la tarde, quienes caminan por la calle 11 del centro de la ciudad suelen deterse en la plazoleta del
Centro Nacional de las Artes. Y lo hacen para escuchar la fuerza de una lengua desconocida mezclada con pistas de rap.
Gonzalo y Walter llevan ropa ancha, cadenas gruesas, pañoletas al cuello y se mueven por el escenario con seguridad. Ellos forman el grupo Embera Warra, que cuenta su historia, víctimas del desplazamiento armado.
Embera Warra significa niños indígenas, porque como un niño –dicen- crecen, aprenden y desarrollan nuevas habilidades. Gonzalo y Walter, de 27 y 23 años, respectivamente, son de Bagadó (Chocó) y cuando llegaron a Bogotá encontraron en el rap una manera de compartir su tradición y las historias de sus abuelos.
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La primera vez que Gonzalo
escuchó los ritmos del rap fue en un Transmilenio, tenía 22 años, y recuerda que
“un man empezó a improvisar cantando sobre su vida, sobre su trabajo, entonces me gustó el ritmo y pensé: yo tengo mi historia, mi cultura, mi lengua…”.
Cuando llegó a la casa, impulsado por ese nuevo ritmo, empezó a escribir sobre el desplazamiento, a buscar pistas de este genero musical en internet; y empezó a improvisar y cantar en Embera sus primeras líneas de rap.
A diferencia de Gonzalo, a Walter le parecía extraño como sonaba el rap. Él toca la guitarra desde lo 11 años y su música ha sido la carranga; pero el rap lo enamoró con su ritmo y, sobre todo, por ser un género que permite narrar su vida para mantener viva su memoria.
Walter tiene tatuado por todo su cuerpo notas musicales, para él la música es paz, felicidad en el corazón, un camino que lo hace libre y, como el dice, le recuerdan “la música de los ríos, del viento, de los pájaros”.
Hace dos años la revista alemana ‘Fluter’ les hizo un reportaje hablando de sus protestas contra la destrucción cultural y la muerte debido por el conflicto armado.
A diferencia de muchas familias tradicionales, que no ven con buenos ojos a los raperos, los papás de ellos les piden que sigan usando esa música para que no olviden la historia del pueblo Embera Katío.
Después de 5 años de acostumbrarse al ajetreo de la vida en Bogotá, lograron un intercambio de conocimientos y saberes desde el rap, inspirados por grupos como Mismo Perro, Todo Copas, Canserbero y, por supuesto, Linaje Originarios, de sus parientes Embera Chami.
Hoy ya tienen nueve temas en total, dos en español. Y ayudados por musicos del proyecto Embera Bacatá tiene sus propias pistas, mezclas de sonidos de la flauta fututu (un instrumento ancestral), tambores y cantos de las abuelas.
El pasado 22 de febrero, en la conmemoración del Día Nacional de las Lenguas Nativas, el grupo de rap Embera Warra logró que el público, contagiado por esta lengua indígena, coreara buenas tardes en Embera Katío.
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