Así como muchos fanáticos e intérpretes de la música clásica, el violonchelista bogotano Santiago Cañón-Valencia creció admirando los discos y los artistas que han grabado con el sello alemán Deutsche Grammophon, que nació en 1898. La casa disquera más prestigiosa de música clásica en el mundo, no sólo por su repertorio, sino por la calidad de sus grabaciones, es, además, una de las más antiguas del circuito musical en general. 

Por sus célebres portadas, marcadas con su tradicional sello amarillo, han desfilado los rostros de directores como el estadounidense Leonard Bernstein, el italiano Claudio Abbado, el venezolano Gustavo Dudamel; pianistas como la portuguesa Maria João Pires y la argentina Martha Argerich, y tenores como el italiano Luciano Pavarotti.

“Yo creo que todos los que estamos en el circuito de música clásica reconocemos ese sello amarillo", asegura Cañón-Valencia, quien recientemente entró a hacer parte de ese exclusivo catálogo de Deutsche Grammophon.

Como parte de su serie Musical Moments, el sello alemán invitó al violonchelista colombiano y a la pianista japonesa Naoko Sonoda a interpretar Fratres, una composición del compositor estonio Arvo Pärt.

“Es básicamente un sueño hecho en realidad, se siente como un logro muy, muy importante", asegura Cañón-Valencia sobre este debut en Deutsche Grammophon, que continuará con el lanzamiento de otros dos sencillos.

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El músico bogotano cuenta que esta oportunidad lo tomó por sorpresa, pues previamente no tenía ninguna conexión con el sello. Tras la invitación, Cañón-Valencia envió unas propuestas de varios compositores, que fueron acogidas por Deutsche Grammophon.

“Me ha dado cuenta de que es un sello que está muy actualizado, les gusta la programación innovadora, las músicas nuevas, no se quedan solamente en el repertorio tradicional, que es algo que a mí me encanta y que yo también interpreto. Pero hay mucha música nueva que es genial y yo no quiero grabar algo que ya se ha grabado 500 veces en la historia del sello", dice el violonchelista.

Sobre Fratres, Cañón-Valencia dice que es una pieza que siempre está en el top 5 de obras que le gusta programar en sus recitales. La primera vez que la escuchó fue cuando tenía 8 o 9 años y asistió a un concierto de un violinista internacional en el auditorio de la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá.

“Me quedó plasmada. De hecho, me demoré bastante en empezar a aprenderla y a programarla, porque yo durante muchos años estuve más con el repertorio tradicional por las competencias de violonchelo. Apenas tuve la oportunidad de salir de eso y presentar programas mucho más personales, siempre se me venía a la cabeza Fratres", dice el músico.

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Fratres, que Arvo Pärt compuso inicialmente para orquesta en 1977, es un ejemplo de esa música meditativa y refinada que catapultó al compositor estonio. En esta versión de la pieza, que se ha adaptado a diferentes instrumentos, el piano de Sonoda pone la base de la estructura armónica, mientras que del violonchelo de Cañón-Valencia surge la línea melódica.

“Su genialidad es que no necesita de obras complicadísimas, sino que dice todo lo que tiene que decir y más con recursos muy limitados. No hay un sentido de ego en sus composiciones, son unas cosas inmensas, pero a la vez muy puras y sobrias", explica

Cañón-Valencia añade que el arreglo de esta versión para violonchelo y piano de Fratres lo realizó el propio compositor estonio. El bogotano considera que la versión de orquesta es mucho más minimalista, porque su enfoque está en la progresión de los acordes, mientras que, en el Fratres que él interpreta junto a Sonoda, la melodía está distribuida en diferentes variaciones durante toda la obra.

En 2019, Cañón-Valencia ganó la medalla de plata y el premio del público en el Concurso Tchaikovsky. Foto: Patricia Truchsess von Wetzhausen​

Fratres se enmarca en el estilo de tintinnabuli, en el que la partitura no está atada al timbre específico de un instrumento, y que, además, está influenciada por la música del Renacimiento, la Edad Media y los sonidos de los campanarios rusos. 

“En un documental que vi hace muchísimos años, él decía algo así como que cada nota, cada pausa, valen muchísimo. Todo tiene una presencia, todo tiene un espíritu, no hay una parte muerta en su música, así sea, digamos entre comillas, simple", añade Cañón-Valencia.

El violonchelista, que se presenta regularmente en Colombia -este año compartió escenario con la Sinfónica Nacional y con la Filarmónica de Medellín-, tiene planeado regresar al país en noviembre para un recital en Pereira.