Su columna Contraescape, en el periódico El Tiempo, fue de las más leídas e influyentes desde los años setenta hasta la mitad de lo que va este siglo. Crítico como pocos de temas políticos, sociales y de la actualidad de Colombia. Estudió filosofía y letras en la Universidad de Los Andes, donde desarrolló su vocación hacia la reflexión y el análisis. De hecho, montó un periódico, Ariete (lo dice todo su nombre), que apenas soportó tres ediciones.
En su período universitario, que incluye una especialización en ciencias políticas en Alemania, y durante su carrera, Santos tuvo cercanía hacia las ideas de izquierda, que se reflejó en sus primeros trabajos periodísticos y en su participación en movimientos estudiantiles. Esta inclinación política le costó varias críticas, incluso dentro de su familia, una de las más poderosas del país.
En El Tiempo tuvo varias funciones, desde editor internacional hasta subdirector y codirector, cargo que ocupó entre 1999 y 2009. Su ciclo terminó cuando la editorial Planeta compró este rotativo, que en ese momento estaba a punto de cumplir 100 años de existencia.
El derrotero periodístico de Enrique Santos también incluye una serie de libros que abordan asuntos políticos y sociales de Colombia, desde sus análisis sobre los diálogos entre el gobierno y las guerrillas en La guerra por la paz (1985), hasta su investigación sobre el paramilitarismo y el narcotráfico en Fuego cruzado (1988).
Además, exploró la política nacional en Palabras pendientes (2001) y recopiló sus mejores columnas en Fiestas y funerales (2002). Con su colega y amigo Antonio Caballero le dieron vida a Mano a mano (2004). Diez años después, en Así empezó todo, analizó el proceso de paz entre el gobierno y las Farc, ocurrido bajo la presidencia de su hermano, Juan Manuel Santos. A sus 73 años, en 2018, publicó sus memorias en El país que me tocó.
Y hace cuatro años recopiló los mejores trabajos de la revista Alternativa, de la cual fue cofundador, con el título: Alternativa: lo mejor de la revista que marcó a una generación. Una publicación que expuso los abusos de autoridad y defendía los derechos de aquellos que estaban excluidos.
A pesar de las dificultades financieras que tras seis años de circulación marcaron su fin, su influencia perdura como un símbolo de la lucha por la libertad de expresión y los derechos fundamentales en Colombia.
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Hace 50 años, un 18 de febrero de 1974, empezó a circular y así es recordada en esta entrevista por Enrique Santos Calderón, del que Antonio Caballero dijo: “La revista no se habría podido hacer sin la dirección de Enrique, porque al tiempo podía mantener los contactos con el poder económico y político".
Minculturas: Hay muchos mitos alrededor de ‘Alternativa’ sobre cómo nació y por qué surgió. ¿Cuál es la verdad?
Enrique Santos Calderón: El propósito del proyecto era crear una publicación de izquierda en Colombia, dirigida al gran público, superando el enfoque cerrado, dogmático y sectario que caracterizaba a muchas publicaciones de esta ideología en esa época. Era necesario sacar a la izquierda de un estado de aislamiento informativo y periodístico, ampliando su alcance y ofreciendo una perspectiva más inclusiva y accesible.
Minculturas: ¿Lo lograron?
E.S.C.: Sí, la idea de Alternativa era dirigirse al gran público y mostrar al país como era y no como nos decían que era. Duramos, contra viento y marea, seis años en esa aventura y bajo esa convicción marcamos un hito en el periodismo colombiano.
Minculturas: ¿Se puede decir que en parte el éxito fue honrar el nombre de la revista?
E.S.C.: Su éxito se explica porque en un país donde predominaba un periodismo sumamente oficialista y gobiernista, especialmente durante el período del Frente Nacional, la revista se erigió como una verdadera alternativa informativa. Se atrevió a denunciar lo que nadie más se atrevía a mencionar, llenando el enorme vacío dejado por los medios tradicionales respecto a la otra cara de Colombia. Hoy resulta sorprendente que esta iniciativa haya logrado tener un impacto significativo.
Minculturas: ¿Quiénes realmente fueron sus fundadores?
E.S.C.: Fue una iniciativa que tuvimos un grupo de amigos, entre los que estaban Bernardo García, Orlando Fals Borda, José Vicente Kataraín y Carlos Duplat. Gabriel García Márquez se sumó al proyecto tras mi invitación, aunque inicialmente mostró ciertas reticencias antes de comprometerse por completo.
Algunas de las portadas de la revista. Arriba, a la izquierda, su primera edición.
Minculturas: ¿Por qué tenía reticencias?
E.S.C.: Porque no creía mucho en la capacidad de unión de la izquierda colombiana, pero se vinculó desde el comienzo y su presencia fue decisiva y clave en el éxito que tuvo la revista en esos seis años. Eso es innegable.
Minculturas: ¿Y no había otros temores distintos a los de García Márquez?
E.S.C.: Claro, porque fue una empresa quijotesca desde el principio. El primer obstáculo evidente fue la falta total de publicidad y avisos, que son la columna vertebral de cualquier publicación convencional. Era obvio que los mismos sectores de inversionistas que estábamos denunciando no iban a respaldar financieramente una revista de esta índole. El desafío económico y comercial fue considerable.
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Minculturas: Entonces, ¿cómo se financiaba la revista?
E.S.C.: Promovimos una campaña llamada ‘Suscriptores de apoyo’, la cual planeamos inicialmente en Europa y luego implementamos en Colombia. Esta iniciativa tuvo una acogida extraordinaria: las suscripciones fueron una fuente de ingresos que nos sostuvo durante mucho tiempo. Además, el hecho de que la revista se agotara en cada edición nos garantizaba un flujo de caja constante, que nos permitió subsistir en los primeros años. Se vendía como pan caliente.
Minculturas: Si iba tan bien, ¿por qué se acabó?
E.S.C.: Porque llegó una crisis económica y se volvió insostenible. Esto eventualmente llevó al cierre de Alternativa, pues las finanzas ya no nos sostenían, ni tampoco nosotros a ellas.
Minculturas: ¿Acaso sacaban plata de sus bolsillos?
E.S.C.: Gabriel García Márquez y yo le metimos platica. De hecho, Gabo contribuyó con el dinero de un premio literario de varios dólares. Y sirvió también para mantenernos a flote.
Minculturas: ¿Alternativa fue una revista perseguida?
E.S.C.: Pues el primer número de Alternativa fue decomisado en varios kioscos de prensa en Bogotá debido a su portada inusual, que abordaba el auge de la contraguerrilla en el noreste antioqueño. Las autoridades, poco habituadas a este tipo de publicaciones, la confiscaron en Bogotá y en algunas otras ciudades. Pero esto tuvo un efecto contrario: contribuyó, de manera directa o indirecta, al éxito de la revista.
Gabriel García Márquez y Enrique Santos Calderón. Foto: archivo particular
Minculturas: Tuvieron que lidiar con muchas amenazas…
E.S.C.: En aquella época, empezaba a emerger lo que más tarde se conocería como el paramilitarismo. Nos enfrentamos a toda clase de amenazas: mensajes anónimos, invitaciones a nuestro propio funeral. Sufrimos un atentado con explosivos dirigido contra Alternativa y, además, hubo uno contra mi casa. Estos incidentes fueron claros indicios de lo que estaba por venir: el auge del paramilitarismo. Otros medios, como Voz Proletaria, del Partido Comunista Colombiano, y El Bogotano, también fueron víctimas de ataques.
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Minculturas: ¿Qué tanto del hito ‘Alternativa’ se debe a sus portadas?
E.S.C.: Sin duda, una parte crucial del éxito residía en nuestras portadas, que eran completamente irreverentes, sumamente sarcásticas y críticas. Representaban cuestionamientos frontales y caricaturescos contra el sistema y sus representantes. Esta característica contribuyó significativamente al nombre de Alternativa, ya que era algo completamente inusual en una publicación de este tipo, generando numerosas reacciones e intimidaciones.
Minculturas: ¿Pero qué les decían los presidentes Julio César Turbay, Misael Pastrana o Alfonso López Michelsen?
E.S.C.: Nuestras críticas contra ellos fueron frontales e implacables, con un tono irreverente y cáustico. Sin embargo, no hubo una reacción negativa de su parte. De hecho, incluso nos reunimos con el presidente Turbay en el Palacio para discutir diversos temas. López Michelsen, por ejemplo, no lograba comprender por qué, siendo parte del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), una revista de izquierda era crítica con él. Pero esa era precisamente la esencia del espíritu que nos animaba: cuestionar sin miedo al establecimiento.
Minculturas: ¿’Alternativa’ nunca fue censurada?
E.S.C.: Cabe decirlo, no. Salvo algunos incidentes y las amenazas que antes mencioné, nunca enfrentamos una censura oficial directa o frontal. Nunca fuimos sometidos a una restricción explícita de nuestra libertad de expresión.
Minculturas: ¿Cuál fue la gran investigación de ‘Alternativa’, la que hoy usted invitaría a leer?
E.S.C.: Teníamos tres o cuatro frentes principales. En primer lugar, la denuncia de todos los actos de represión y violaciones contra la democracia. Además, nos dedicamos a la divulgación de estudios, tesis y ensayos sobre la realidad colombiana que de otra manera no tenían salida, los cuales transformamos en informes periodísticos dentro de una sección que llamábamos Historia prohibida. Nos esforzamos en dar a conocer esa otra historia de Colombia que había sido ignorada o marginada.
Minculturas: ¿Y las otras?
E.S.C.: Las investigaciones sobre el poder, como las de Héctor Melo sobre los grupos económicos, o aquellas centradas en las fuerzas militares, como la serie de investigaciones sobre el entonces ministro de Defensa del gobierno de Alfonso López Michelsen, el general Abraham Varón Valencia, fueron fundamentales. Denunciamos unos ‘negociados’ que ocurrían en el fondo rotatorio, lo que generó un escándalo del carajo.
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Minculturas: Decía al principio que el propósito era mostrar al país como era…
E.S.C.: Hicimos contra información, es decir, contrarrestar lo que afirmaban los medios del sistema. Realizamos investigaciones exhaustivas sobre lo que realmente ocurría en el país. Nuestro objetivo era proporcionar una visión más completa y veraz de la situación, desafiando las narrativas establecidas por los medios convencionales.
Santos firmando una edición de ‘Alternativa: lo mejor de la revista que marcó a una generación’.
Minculturas: ¿Quiénes empezaron a aparecer en sus páginas, que antes no aparecían?
E.S.C.: Nos dedicamos a divulgar las luchas populares y todo lo que acontecía en el país en ese momento, particularmente durante los años 70, cuando había un auge significativo en los movimientos sociales, campesinos y estudiantiles. Estas realidades raramente encontraban espacio en los medios de comunicación masivos. Nos enfocamos especialmente en esas organizaciones y sus actividades en ese momento.
Minculturas: ¿Por qué la izquierda nunca volvió a tener un medio tan sólido?
E.S.C.: No sé… Tal vez nosotros queríamos romper paradigmas, ofreciendo a la izquierda una fuente de noticias y análisis periodísticos que fueran imparciales y rigurosos. Aunque reconocemos que no éramos completamente objetivos, partimos de una postura crítica hacia el sistema. Sin embargo, nos esforzamos por adherirnos a todas las normas del periodismo serio.
Minculturas: ¿No había forma de salvar la revista?
E.S.C.: No. Hubo un punto en el que ya no había suscripciones ni recursos financieros que pudieran sostenernos, estábamos en una situación insostenible. Gabo dijo que no invertiría más dinero en un “agujero sin fondo”. Agotamos completamente nuestras reservas económicas, que fueron fundamentales para nuestra circulación. Una vez que se acabó el dinero, nos vimos afectados emocionalmente y también enfrentamos un problema de desencanto ideológico.
Minculturas: ¿Qué desencanto ideológico?
E.S.C.: A pesar de nuestros esfuerzos por promover lo que llamábamos "unidad crítica" dentro de la izquierda, nunca pudimos superar los sectarismos y el canibalismo que prevalecía en los grupos de esta ideología. Todo esto, en última instancia, conspiró contra la revista y nos llevó a cerrarla en abril de 1980.
Minculturas: Ahora hay una Alternativa de derecha…
E.S.C.: Sí, alguien tomó el nombre de la revista, que estaba sin uso y después de cierto periodo de tiempo había la opción de adquirirlo. No deja de ser paradójico que esta revista sea de derecha. Sinceramente, no tengo idea de cómo le ha ido.
Minculturas: ¿Qué le dejó a usted como periodista ‘Alternativa’?
E.S.C.: Me metió de lleno en una realidad nacional que desconocía en gran medida. A través de Alternativa pude explorar profundamente el país, conocer de cerca el movimiento popular, me conocí a mí mismo. Fue la experiencia periodística más intensa y fructífera de mi vida. Me mostró el país que era y no el que decían que era.