El aeropuerto Benito Juárez fue el punto de partida de la intensa travesía que viviría desde 2022 Claudino Pérez, miembro de la comunidad huitoto. Este lugar fue testigo de su arresto ese año ¿La acusación? Según las autoridades mexicanas, Pérez era traficante de psicotrópicos porque en ese momento transportaba cuatro litros de Yagé o ayahuasca, bebida ancestral de algunos pueblos amazónicos de Colombia, Perú, Brasil, entre otros.
“Él se formó desde los cuatro años como médico tradicional que utiliza el Yagé para generar salud y bienestar. Este oficio lo llevó a conocer una clasificación propia de las plantas, sus efectos en el cuerpo, aprender los cantos, los soplos, el vestuario con plumajes y collares”, explica Ester Sánchez, antropóloga, doctora en derecho, investigadora de alimentación y cocina desde 1982 en temas relacionados con grupos étnicos y campesinos, relaciones de Estado, seguridad y soberanía alimentaria, bienes patrimoniales y políticas públicas.
Además de su experiencia, ella participó como perito, en calidad de antropóloga, para determinar el conflicto cultural que había entre el caso Pérez y el gobierno mexicano.
El taita había hecho 38 viajes previos a México, llevando Yagé para participar en espacios de sanación. El último recorrido tenía la misma finalidad. Se pudo demostrar que “fue entrenado por la sociedad mayoritaria que iba al Putumayo y le enseñaron que el planeta estaba demarcado con fronteras. Así fue como entendió que para moverse en el mundo global debía portar documentos como el pasaporte; y él lo tenía, por eso ingresó tantas veces al país”, cuenta Sánchez.
El Taita Claudino Pérez. Foto: Esteban Vega La Rotta
Claudino ya se reencontró con su familia en la tierra, vereda El Encanto en Putumayo, donde adquirió conocimientos sobre el aprovechamiento de plantas amazónicas para sanar el cuerpo y la mente humana.
Esta situación hace parte de una extensa historia de estigmatización y criminalización de plantas que han sido ancestralmente consideradas y utilizadas como medicinas por los pueblos indígenas de Colombia, especialmente por aquellos de las regiones andinas y amazónicas.
Además, impacta profundamente en las formas de vida de numerosas comunidades y pone en peligro la vida y los conocimientos de sus líderes espirituales. Por ello, es urgente promover una cultura de paz que fomente el respeto por la diversidad de los saberes, los territorios y la vida.
"Este caso permitió que en México un juez considerara y valorara argumentos que desconocía, lo que posibilitó un juicio más justo", agrega Ester Sánchez.
Precisamente debido a esta reflexión de la antropóloga, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes seguirá trabajando en el fortalecimiento de estas prácticas culturales, y con las plantas y las tradiciones medicinales de los pueblos indígenas de Colombia, pues lo sucedido en México establece un precedente internacional en la restauración de los derechos culturales.
Al proteger y valorar estos reconocimientos, tanto el país como el mundo avanzarán hacia la no repetición de las violencias y los daños sufridos, así como hacia la comprensión de prácticas y conocimientos esenciales para la construcción de la paz y el cuidado de todas las formas de vida en nuestros territorios.