Por Gabriela Herrera
Bogotá, 26 de junio de 2024. (@mincultura). “Cuando vos estás delante de una pared blanca, es como si fuera la muerte. Pero cuando hay plantas o algo verde, es vida". La mujer que le dijo esto a la académica argentina Gabriela Campari estaba muy consumida por un padecimiento: era bajita, delgada y lucía agotada. La encontró en una de las visitas a cinco hospitales en Buenos Aires como parte de su investigación sobre el rol fundamental de las entidades sanitarias como valor patrimonial.
Campari ha forjado una carrera en la Universidad de Buenos Aires: Doctora en Ciencias Sociales, licenciada en Planificación y Diseño del Paisaje, Coordinadora Académica de la misma y especialista en el estudio del paisaje público urbano y el abordaje de las problemáticas vinculadas con su producción, usos y gestión, entre otros títulos. Su investigación sobre los Espacios Verdes Intrahospitalarios (EVI) durante su beca doctoral la llevó al corazón y a las voces que habitan estos recintos: pacientes, médicos, enfermeros, familiares que entrevistó en un vasto trabajo de encuesta y muestreo por cinco hospitales de la ciudad porteña donde comprendió el valor de sus áreas naturales y relató en su libro Paisajes sensibles: subjetividad, salud y patrimonio en el espacio verde intrahospitalario (2018).
Por ello, su análisis, centrado en las personas, fue imprescindible en el Foro Internacional Experiencias en patrimonio cultural hospitalario y en salud que se llevó a cabo este 18 y 19 de junio en la sala Delia Zapata Olivella del Centro Nacional de las Artes, en Bogotá, como parte del proyecto de recuperación del Hospital Universitario San Juan de Dios y Materno Infantil, el más antiguo de la capital bogotana (1564) y declarado monumento nacional en 2002.
Campari fue la primera ponente del Foro Internacional Experiencias en Patrimonio cultural hospitalario y en salud. Foto: Leo Queen.
“¿Cómo hacés para que un niño no la pase mal en un hospital? ¿Cómo hacés que no pierda el vínculo con su padre que está internado en un ala a la que no puede entrar?", escuchó Campari a otra mujer rodeada de tres niños pequeños que jugaban en la escalera de un hospital. “Desde que descubrí la placita –el espacio verde–, mi esposo puede bajar y ver a mis hijos", comentó esta mujer mientras aguardaban la visita.
Cuando Campari inició su beca doctoral, la ciudad de Buenos Aires se encontraba inmersa en la idea de crear complejos hospitalarios con modelos de pabellones. La académica encontró graves contradicciones sobre el tratamiento de los hospitales frente a otros espacios urbanos. “Pese al avance tecnológico de arquitectura hospitalaria y decisiones políticas, en pleno siglo XXI, cuando estamos hablando de vida saludable, de aire, sol, ejercitación libre, valoramos estar en un parque urbano, pero en los hospitales pensamos lo contrario. Concebimos que el espacio exterior verde de los hospitales es vacante –sin ocupar– pero no es así, tiene muchos usos", reflexiona.
La doctora profundiza en el caso del Hospital de Enfermedades Infecciosas Francisco Javier Muñiz, uno de los más antiguos de América Latina (1882), que fue concebido en el proceso de reorganización del territorio de Buenos Aires como capital de la República. Este fue instituido bajo la mirada del denominado higienismo positivista, que se refleja en los modelos urbanísticos de tipología 'pabellonal' y que incluía jardines que imprimían la idea de los contrastes en el espacio hospitalario: el adentro y el afuera, el verde y el gris. No obstante, los prejuicios o los tabúes sobre la enfermedad se encargaron de 'marginalizar' estas zonas. Es por ello que su caso es objeto de un discurso que mantiene su envejecimiento social y la desvalorización del área como zonas de 'vacancia' para dependencias gubernamentales.
Para Campari, los jardines encontrados en los ámbitos hospitalarios trascienden como Espacios Verdes Intrahospitalarios (EVI), que consisten en composiciones arquitectónicas y vegetales con elementos físicos, simbólicos, relativos a la identidad y memoria de su comunidad aledaña. De los resultados del estudio que llevó a cabo la académica, se encontraron en los EVI actividades fundamentales para los pacientes como 'contemplar el espacio verde', 'tomar aire fresco' o 'buscar tranquilidad'. También recogió reflexiones en la comunidad hospitalaria alrededor de las áreas naturales como la serenidad (203 casos) y el alivio (180). Así, los médicos destacan claros efectos en la salud de los pacientes en la medida en que el contacto con lo natural motiva el movimiento, reduce el sedentarismo, favorece su evolución y disminuye el estrés y el dolor, entre otros beneficios.
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Para Campari, el diseño de los espacios hospitalarios tiene que ser siempre participativo. En el caso del San Juan de Dios considera que el hospital deja un legado y un impacto muy relevante en América Latina sobre la importancia de la memoria histórica. “Yo creo que ustedes tienen algo que es fundamental: me impresiona cómo se va involucrando cada vez más la ciudadanía y el entorno con el proyecto. Me impactó la charla de Margarita Castro, ex enfermera jefe del San Juan de Dios. Creo que van por un buen camino porque la apropiación no es impuesta y lo que están haciendo me parece súper valioso. La memoria colectiva es significativa para reimaginar estos espacios. Recordar a través de un médico que estuvo allí, un vecino, una enfermera, un paciente que ha podido recuperarse, un familiar que ha perdido a alguien. Ahí es donde se va construyendo memoria", reflexiona.
Precisamente el Foro Internacional ha buscado entender el papel de los hospitales en su relevancia histórica, patrimonial y la memoria colectiva de las ciudades. Para Campari, la visión de patrimonio urbano se ha asociado tradicionalmente a los planes distritales con un interés de retratar “lo ameno o atractivo para la gente", dejando por fuera otros espacios de valor histórico como los hospitales. “En algunos de mis primeros escritos, yo había revisado una guía de patrimonio de la ciudad de Buenos Aires y casi no había hospitales. Entiendo que lo hospitalario tiene cuestiones que a veces son relativas a las tristezas. Por eso, por ejemplo, en el proceso de recuperación de espacios, se cambia su función original. Antiguos hospitales hoy son quizás casas de la cultura. ¿Por qué? Se termina llevando al hospital a un lugar más acotado y aislado para evitarlos. Como si fuera un trabajo de terapia social", señala.
Sobre esta visión encontrada en su investigación, la autora argentina ha destacado el papel del deleite y la contemplación en la configuración de la salud y el patrimonio natural. “Yo recorrí estos cinco hospitales y me detenía a ver a la gente. En el espacio exterior hay personas que realmente tienen muchas dolencias y tienen ámbitos de tristeza, no solo pacientes sino todo el personal. Algunos días son terribles, otros más, hay mucha presión por el estrés. Pero lo que encontraba eran testimonios con los que pensaba 'qué bárbara la fuerza y fortaleza que tiene este ámbito arbóreo verde para una persona'".
“Hay temas que atraviesan a los hospitales: presupuesto, tecnología obsoleta, cosas irrecuperables, pero siempre desde ese lado. No hay una mirada más cercana a lo que es la gente o la comunidad. A veces desde la sencillez, a pesar de una enfermedad crónica o algo así, me di cuenta que eso [los espacios verdes intrahospitalarios] reconforta", concluye Campari.
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