Axel Rojas Martínez, sociólogo de la Universidad del Valle y magíster en Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Javeriana, recuerda que hace unos 20 años, durante una visita a la zona de Tierradentro, compartió con la población afrodescendiente que habita en el municipio de Páez, norte del Cauca.
Ellos les contaron el caso de un curandero afro que vivió allí y que había aprendido de la tradición cultural y médica de los nasa, la población indígena que habita en esta región.
“Hay muchos casos como este, en los que hay aprendizajes y conocimientos compartidos", asegura Rojas Martínez, profesor titular del Departamento de Antropología de la Universidad del Cauca y quien actualmente realiza trabajo de campo sobre diversas dimensiones del conflicto en el suroccidente colombiano.
El investigador aporta otro ejemplo histórico que ilustra las relaciones de convivencia que se han dado entre las diferentes comunidades que han habitado el Cauca: consultando el archivo colonial de esta región, el sociólogo encontró casos de indígenas que apadrinaban hijos de personas esclavizadas durante esta época.
Además, recuerda que la población afro de Tierradentro era productora de sal, pues tenían una salina en quebradas que son afluentes del río Páez. Esa población vendía esa sal en toda la región y generaban intercambios comerciales constantes.
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En este departamento, donde últimamente se ha recrudecido el conflicto, han convivido históricamente comunidades afrodescendientes, campesinas e indígenas, como los nasa, los coconuco, los yanaconas y los misak.
Además, el Cauca tiene una gran diversidad en términos geográficos, ecológicos, climáticos, que genera también diferentes condiciones culturales y de vida, muchos contrastes.
Para Rojas Martínez hay que hacer una necesaria claridad de que los conflictos que se han dado entre poblaciones campesinas, indígenas y afrodescendientes no son interculturales o interétnicos. Esa calificación, según el profesor de la Universidad del Cauca, ha sido un grave error de la academia.
“Son conflictos que tienen que ver con una realidad profundamente precarizada a lo largo de la historia, en la que hay una población creciente con recursos escasos y muchas veces, ante la necesidad de unos recursos, hay coincidencia de intereses y se presentan tensiones entre esos grupos", explica.
Entender la interculturalidad
Axel Rojas Martínez enfatiza que un primer punto clave es entender que la diversidad cultural no es solo una diversidad étnica. En ese sentido, la multiplicidad de expresiones culturales y tradiciones le han dado una especificidad determinante al departamento del Cauca.
Según el sociólogo y profesor, las formas de entender lo cultural hoy son muy pobres y eso nos está limitando para poder hacer una mejor lectura de nuestro pasado y de nuestra presente.
“Resulta que en el momento en que empezamos a leer la cultura como atributo exclusivo de un grupo de personas al que delimitamos en función de una identidad, dejamos de entender cómo funciona la cultura", asegura.
Para poner un ejemplo, menciona el caso de la cultura paisa, que es compartida por hombres, mujeres, campesinos, poblaciones urbanas, católicos, protestantes. “Es decir, hay una cultura común de múltiples identidades. Entonces, no podemos hacer equivaler cultura e identidad, es el error que estamos cometiendo constantemente, pensamos que a una identidad debe corresponder una cultura", añade.
Axel Rojas Martínez, sociólogo de la Universidad del Valle y magíster en Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Javeriana.
,En el caso del Cauca, dice, las relaciones históricas entre esos grupos de identidad, ya sean indígenas, afrodescendientes o comunidades campesinas, se han hecho en parte porque hay muchos elementos de cultura compartida.
Y enfatiza que la lógica de lo multicultural que nos habita en el presente, muy propia de las últimas tres décadas, ha llevado a exacerbar los ánimos identitarios pensados en términos de tensión e impide ver las identidades en diálogos, las culturas en convivencia, los grupos en reciprocidades.
El análisis es muy problemático y empobrecedor, añade, porque alimenta la idea de que el origen de los conflictos es la cultura, o las culturas. Eso, antes que animar una construcción de una sociedad más democrática, va en contra vía porque sigue el preconcepto de que los conflictos se originan porque pensamos distinto o porque concebimos un tema de maneras diferentes.
“El tema es más complejo que eso y, además, no reconoce que hay otros actores que también participan de esos conflictos y que animan y convierten una tensión entre poblaciones con escasos recursos y las convierten en conflictos que llaman interculturales", argumenta.
Entre los casos históricos con los que se ha demostrado la unión de las diferentes comunidades del Cauca, Rojas Martínez destaca la marcha de los gobernadores indígenas de la década de los ochenta, que salió de ese territorio y llegó hasta Bogotá y que contó con el apoyo no sólo de los círculos académicos, sino con las comunidades afrodescendientes del valle geográfico del río Cauca.
El profesor destaca que, así como este caso, en el que hubo encuentros, recorridos, diálogos y apoyo, se podrían rastrear otros ejemplos de reciprocidad.
“Hay suficiente evidencia para entender que, si bien es cierto que hoy mucha gente está parada en un lugar de conflicto desde el cual se construye la perspectiva para pensar el Cauca, históricamente ha habido suficiente evidencia de relaciones de convivencia, de las relaciones de solidaridad, de apoyo", finaliza.
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