Susurra la tristeza de un acordeón. Es el desierto guajiro que intenta sacudirse del abandono que por años evoca las épocas de la bonanza. De ese bullicio incontrolable que florecía en el límite con Venezuela, bien al norte del continente. Y la palabra nostalgia se repite en estas crónicas: existe el cansancio de los abuelos, los diablos ancestrales, parlantes amplificados, quejas de pescadores o historias en el peaje o en los mercados de la franja. Como dice sin querer uno de los relatos: “son las voces que quedan del intercambio entre países hermanos”.
“Su misión como palabrero es difícil de cumplir, razón por la cual era una necesidad que alguien de la familia ocupara su rol a un muchacho” Comunidad Wayuu
1-Un día tejido por una madre Wayuu. Jandy José Rodríguez
2-El pescador y su familia… un retrato del ayer. María Ruth Mosquera
3-El diablo vive a la vuelta de la esquina y tiene familia como cualquier mortal. Idalmi Julieth
Barros y Liceth Paola Galindo.
4-El legado del palabrero Wayuu. Jairo Robles con el apoyo técnico de José Antonio Redondo
5-Fronteras dentro de la frontera. Carmen Elvira Gutiérrez y Alexander Gutiérrez
6-El picó de la frontera. Betty Josefa Martínez
7-Viviendo La Raya, territorio de rebusque, nido de esperanza. Ana Sofía Gómez
8-La Rosa del mercadito guajiro. Mileidys Polanco con el apoyo técnico de José Antonio Redondo